Rosakebia Liliana Estela Mendoza
viernes, 21 de junio de 2013
DÍA 7
Es el séptimo día de lluvia de la
semana, aparentemente nada ha cambiado, el tráfico sigue con su danza de
rebeldía y las horas con su delirio de persecución. Es el séptimo día de
encierro premeditado, mis problemas alérgicos son la excusa ideal para todo
evento social, incluso el más necesario. Sin embargo, la sopa instantánea se ha
terminado, ya es hora de salir a dar un paseo. Como en todo periodo
experimental de aislamiento, los últimos minutos son decisivos. He bajado las
escaleras sin problemas ayudándome del paraguas y del pasamano, con una fuerza
mental capaz de empujar las nubes grises lejos de la ciudad. Al llegar al
último escalón se ha dibujado en mi rostro una sonrisa de satisfacción
profunda. Aquella sonrisa, en lugar de tener una imagen cálida, estoy segura,
transmite una imagen caótica de desesperación, en lugar de resaltar la belleza
de mis ojos, la sonrisa anula todas las partes de mi rostro, hasta el punto de
parecer una horrible cicatriz de infancia con la que a pesar de los años aún no
estoy familiarizada. Estoy un paso fuera del edificio principal, algunas
motocicletas siguen estacionadas, camino tarareando una canción y contando
mentalmente el número de pasos, sin interrumpir ninguna de las dos acciones.
Saludo a algunos vecinos asentando la cabeza, a otros sólo les ha bastado un
sutil movimiento de ojos, casi un parpadeo. El señor de sombrero, fue el primero
en entender el saludo, pero no sabe qué he dicho mentalmente para saludarlo, si
supiera realmente que sólo quería preguntarle por su esposa muerta, si a veces
se comunica con ella entre sueños, o qué sé yo. La lluvia va perdiendo
intensidad .He cruzado la calle sin problemas , me he detenido asombrada frente
a un charco de agua, me han dado ganas de reír a carcajadas después de ver mi
rostro , igual de apagado, cualquiera pensaría que estoy muy enferma. Qué
hipócrita soy, ni yo pensaría esto de mí, me veo demasiado bien para el estado
metafísico en el que me proyecto. Ya no puedo dar otro paso más, me divierte
mucho ver mi reflejo en el charco, mis manos se mueven, mis ojos se abren,
quisiera desnudarme delante del charco o incendiar mis restos delante de una
multitud que miraría asombrada, ni hablar de la experiencia sobrenatural para
admiración de turistas extranjeros. Los minutos pasan, algunos transeúntes me
preguntan si vivo cerca del lugar, por mi parte trato de responder de un modo
cordial, para evitar más preguntas innecesarias. En cualquier caso, uno se
pierde para volver a encontrarse. Estoy arruinando a pisotones mi reflejo en el
charco y una niña se detiene a mi lado, mira mi reflejo y no se anima a
preguntar el motivo de mi risa. Su madre se acerca para llevar a la niña a la escuela,
tampoco sabe qué estoy mirando así que se queda mirando el charco después de
sujetar a la niña, al siguiente segundo se acerca el padre. Al parecer, todos
sentimos ganas de reír y lo evitamos, parecía el retrato familiar de algún
pintor anónimo, donde todos los personajes son extraños de sí mismos, reunidos
al azar. El padre termina de comer una manzana delante del charco después que
la madre y la niña se marchan a la escuela sin recuerdo de su imagen en el
charco. Al igual que los espejos, los charcos también exigen un momento de
asombro, no a solas como en la mayoría de casos sino en público, y a favor de la condición humana.
Colección virtual
de poesía ( 2013).
Textos inéditos.
Autora: Rosakebia Liliana Estela Mendoza.
POESÍA DE CORTEJO
Necesito
salir de este cuerpo penetrando en el cuerpo del lenguaje o dejándome penetrar por él
durante la extinción de las palabras. Ésa es la principal razón por la cual antes escribía en mi habitación y ahora
prefiero lugares públicos cargados de sinsentido, por si caigo muerta al escribir tantas verdades inútiles.
Si comienza a hablarme la página en
blanco , no me sorprendería , me
reclamaría por lo idiota que soy al derramar tinta sobre mis manos mientras escribo
, durante todo el proceso de indigestión del lenguaje. Como si fuera posible un
lenguaje , una boca, una lágrima en el sexo. Mientras escribo el cuaderno deja escapar sus hojas ,
se desprenden a manera de rechazo contra mi escritura , porque mis escritos se contradicen en su exhortación
al ridículo. Éste es el ritual pagano
que precede a la cacofonía del silencio
y a los temblores de piernas. Cada palabra tiene su propio sacrificio, en especial para los
iluminados que acostados sobre otros
cuerpos , no llega a cubrirlos la noche,
la voz no se les cubre de pelusas. Allí están quienes caminan a la espera de
quien los alimente o les arregle el
peinado, tienen miedo que la cocina explote mientras se enjuagan la cara, no retienen nada
de sus semejantes ni del paisaje,
caminan sin detenerse frente a ellos .
Así es como se conocen sin intenciones sexuales, se sientan en las butacas
donde otras personas se sentaron e
hicieron los mismos gestos de hastío. Otros estiran la mano para sujetarse del
metro o pagar el pasaje, se detienen para arrojar comida a los peces o a las
palomas, se detienen frente a sus retratos de adolescentes o delante del
espejo, pero sin estremecerse. Cada vez que llegan a la estación comprueban el
horario del autobús , todos pierden cabellos o pestañas sin el menor
remordimiento. Sin embargo qué pasaría si todos tuviesen que repetir el mismo
diálogo . Quién no pensaría en arrojarse a los rieles. Allí están al servicio
público del espíritu más desesperado, el mar , los bares y los prostíbulos, tangible encuentro con la
desarmonía. Allí está la hoja seca que espera una mano para que se deshaga.
Colección virtual de poesía ( 2013).
*Textos inéditos .
Autora: Rosakebia Liliana Estela Mendoza.
El abandono como rostro humano, como nombre, como sexo...
Experimento
el abandono
como si fuese un corazón subyugado
a las intermitencias de la noche.
El corazón vacío es el vacío de todas las cosas.
El abandono como una tercera mano
alrededor del cuello, en la bañera,
en un estrechón de manos en la calle más triste,
en una calle abandonada.
El abandono como rostro humano,
como nombre, como sexo,
como perrito asustado en un rincón.
Lo incorrecto en el lugar indicado e incendiado.
Es difícil recuperar el equilibrio,
padecer una muerte que no se ve
e incorporarse del amor a lo desconocido,
finalmente hacia el amor.
Esta vez seré viento que abandona y no la abandonada.
El fuego en los ojos de los muertos,
en la cerradura, en imágenes horrendas.
como si fuese un corazón subyugado
a las intermitencias de la noche.
El corazón vacío es el vacío de todas las cosas.
El abandono como una tercera mano
alrededor del cuello, en la bañera,
en un estrechón de manos en la calle más triste,
en una calle abandonada.
El abandono como rostro humano,
como nombre, como sexo,
como perrito asustado en un rincón.
Lo incorrecto en el lugar indicado e incendiado.
Es difícil recuperar el equilibrio,
padecer una muerte que no se ve
e incorporarse del amor a lo desconocido,
finalmente hacia el amor.
Esta vez seré viento que abandona y no la abandonada.
El fuego en los ojos de los muertos,
en la cerradura, en imágenes horrendas.
Colección virtual de poesía ( 2012).
*Poemas inéditos
*Poemas inéditos
Autora: Rosakebia Liliana Estela Mendoza.
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